«…Es que no quiero hormonarme, llenarme de hormonas…» , «Son hormonas ¿Verdad?», «¿No me harán daño…? ¿Me harán engordar…?.
Existe en la mentalidad colectiva cierta resistencia a recibir tratamientos hormonales, que en el caso de ginecología se suele relacionar con dos tipos de hormonas esteroideas, los estrógenos y los progestágenos, ambas producidas naturalmente en los ovarios, con funciones diferentes en el ciclo menstrual y efectos en la fisiología reproductiva.
Ahora bien, las alteraciones hormonales suelen requerir hormonas para corregirlas. Como el caso cuando a alguien le faltan hormonas tiroideas, que ha de recibir tratamiento sustitutivo de ésta hormona.
Existen varios motivos para temer su uso indiscriminado, las hormonas tienen efectos biológicos potentes, y su uso sin control, puede llevar a riesgos en relación a problemas cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Decía Paracelso: » Todo es veneno, es cuestión de dosis». Digamos que el uso indiscriminado de estas hormonas llevó a evidenciar la posibilidad de efectos secundarios importantes, mismos que han ido en un péndulo histórico, desde pensar que los beneficios superaban a los riesgos en todos los casos, a pensar que los riesgos superaban los beneficios en casi todos los casos, al momento actual donde se plantea una medicina personalizada, donde la posibilidad de efectos secundarios se ha de individualizar mediante la evaluación de factores de herencia, biológicos, sociales, culturales y hasta genéticos.
Los médicos estamos acostumbrados a hacer un balance beneficio, riesgo, costos, cada vez que indicamos una terapéutica. Y es lo que hacemos al explicar ventajas y ventajas. La máxima «Primero no hacer daño», siempre esta presente en terapéutica, y el paciente tiene derecho a conocer ventajas y desventajas de un tratamiento dado. Para de acuerdo con el principio ético de autonomía, decida si desea ser ayudado o no de manera informada.
Y lo usual es que al proponer un tratamiento específico, se establezca que los beneficios, superen los riesgos y de que el costo de este beneficio, en lo económico, en lo social y en lo cultural sea asumible individualmente. Todo ello con el objetivo principal de restablecer ese estado ideal de bienestar, biológico, psicológico y social que conlleva el concepto de salud.
Imagen tomada de: Pinterest
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