País, ya no existes, como país, ahora eres una provincia de un país pobre y como tal te has convertido a la pobreza teniendo riquezas inagotables, como un subsuelo que rebosa en petróleo, sol 12 horas al día todo los días, mar más de 4000 Km de costas de caribe, agua dulce, el octavo río del mundo, el impresionante Orinoco, el salto de agua más alto del mundo que ahora en temporadas se encuentra seco, potencial hidroeléctrico, que solía exportar electricidad a Colombia y Brazil, de energía eléctrica pura y limpia, oro, aluminio, coltran, hierro…
Decidimos ser provincia de Cuba, lo decidieron unos líderes electos, en elecciones, dudosas, al amparo de militares corrompidos, y de ciudadanos presos en sus urbanizaciones y luego en su país, aislado, las líneas aéreas se niegan a viajar allí y fronteras lejanas, la más activa la de Colombia, sembrada de contrabando y todo lo que ello conlleva en relajación de la autoridad pertinente y la de Brazil, amplia selvática, y gobernada por militares sin escrúpulos o por concesionarias extranjeras, Chinas, Iraquíes, que vienen a lo que vienen, a cobrar mucho por poco prestado.
Mientras en las ciudades las mafias se adueñan de las autoridades, se da el fenómeno de presos organizados, que dirigen desde la impunidad de su presidio mafias donde entran autoridades locales y organizan secuestros, contrabandos y ventas de drogas lícitas e ilícitas con total impunidad. Llegando a tener tanta autoridad como para cesar un ministro. Y hacer fiestas en discotecas dentro del recinto carcelario, donde luego de 3 días de fiesta contínua aparece una joven (No reclusa) muerta de una sobredosis de no se sabe que.
Sin contar con la muerte violenta omnipresente, en todas las familias ha acechado, ni los robos con violencia por sociópatas, a quienes importa tan poco la vida que acaban matándose entre ellos al repartirse un buen botín.
Hospitales abandonados donde los médicos son apuñalados para ser robados cuando acuden a atender una emergencia, de unidad a otra dentro del mismo hospital, donde los familiares tienen que salir a comprar medicamentos e insumos en prósperas farmacias al frente de los hospitales, a veces insumos que tienen el sello de inventario del mismo hospital, con total impunidad.
Ése infierno existe y muy a mi pesar es mi país de origen, que por algún fenómeno sociológico asociado al dinero que llega sin esfuerzo, se convirtió, todo el país, en un pueblo minero, donde todos tienen dinero que cambian en abundancia, con especuladores, todos especulan entre sí, por productos necesarios como un rollo de papel de baño inexistente.
Y esto ocurre ¿hasta cuándo?, hasta que la masa de inconformes llegue al punto crítico, es decir hasta que haya suficientes personas que lo hayan perdido todo y no tengan nada que perder, en ese punto, millones saldrían a las calles dispuestos a pagar con cientos de miles de vidas, un cambio a mejor.
Lamentablemente los cubanos son expertos en mediocrizar a la gente, a hacer de la viveza un medio de vida, al fraude y al engaño, vestido de necesidad, donde todos terminan siendo cómplices de un mismo engaño universal. Ya lo han hecho en Angola, en Nicaragua, ahora es Venezuela, la joya de la corona. Que entregamos en bandeja de plata, por creer en vendedores de quimeras, por pensar que los demás son los culpables de nuestros problemas, por creer que sin esfuerzo se puede construir un país y que tener ideales es de tontos.
Es curioso, este planeta, mientras algunos países luchan por ser independientes, el mío entrega su soberanía, a cambio de una ilusión de poder.
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