No puede ser que todo sea malo, no puede ser que en todos lados se ande por mal

camino, no es posible no, estas afirmaciones que me llegaban a la conciencia de vez en cuando, tenía varias vías para encauzarla, la primera racionalización que hacía, era: «es la negación», mecanismo de defensa psicológico ante un evento inesperado, primitivo que consiste en negar la realidad. Digamos que el cerebro primitivo nos envía una señal que dice algo así «tío, replanteate las cosas, eso no está pasando», y luego nuestro cerebro racional comienza a buscar razones que nos llevan a justificar la negación, nos convencemos que el problema no existe y si no hay problema… no hay preocupación.
Lo que pasa con la negación es que un buen día la realidad se despierta cansada de que la ignores y te da un bofetón que te deja de baja varios días. Por ello es tan peligrosa la negación, herramienta que hacen servir muchos políticos hoy en día. Y hay que estar alerta, cuando decimos que se trata de una falsa alarma, que de verdad no haya un incendio y acabemos quemados.
Pero no era de ello de lo que quería hablar, estoy acabando el libro de Moisés Naím, «El

fin del poder» aunque el título da miedo y cuando lo compras ya vas esperando a leerlo pensando en el desastre que significaría que no hubiesen gobiernos, en saqueos colectivos, en falta de protección de la propiedad privada, más con la tasa de paro española, cuando lo lees, te das cuenta que el mensaje es más bien optimista.
Y es que es una realidad al poder cada vez le cuesta más tomar decisiones, tal vez por ello nuestro presidente da ruedas de prensa detrás de una pantalla plana, no lo sé, pero el autor habla de tres revoluciones, bien documentadas además, que son globales y que cada vez aumentan la pluralidad de las influencias para tomar una decisión desde el poder, lo que lo limita grandemente.
Ya el poder no es que no exista, si no que los agentes de poder tanto los que dan la cara como los que están entre bambalinas moviendo los hilos, gracias a éstas revoluciones globales, tienen que tomar en cuenta más opciones antes de decidir lo que limita su arbitrariedad.
En resumen quiere decir que las decisiones, (esto no lo dice el Sr. Naim en su libro pero lo deja entrever), para poder tener contentos tantos intereses han de tomarse de acuerdo a valores de justicia. Por que es la única manera de que todos salgan satisfechos con una decisión.
A ver un ejemplo, si soy el CEO de una empresa y tomo una decisión que sólo beneficia a la empresa y me carga un ecosistema de Malasia, y se forma una bacanal, greenpeace, los pescadores, la prensa internacional, twitter, facebook, acaban haciendo que las acciones de la empresa bajen en el mercado internacional, lo que no agrada mucho a los socios y directivos que están allí para hacerles ganar dinero. Acabaré en la calle además con todas las coorporaciones sabiendo que fue mi decisión la que casi arruinó a la compañía que me contrató.
El siguiente CEO seguramente se lo pensará mejor antes de cargarse un ecosistema por muchos beneficios que extraiga en una operación. Y los escépticos decimos «anda ya, eso nunca pasa», pues resulta que el Sr. Naim nos explica que el 85 % de los CEO de las grandes corporaciones son cambiados antes de dos años, O sea que si usted tiene la suerte de que le contrate una gran corporación transnacional, tiene un 85% de probabilidades que le echen antes de que pasen dos años.
Y esto es un mensaje optimista, que los que toman decisiones les tenga que importar lo que piensa la gente común, es un cambio importante dentro del un sistema capitalista cuya economía se basa sólo en el consumo, dejando de lado el bienestar.
Como muchas personas listas piensan, personas que ya hemos citado antes en este espacio, se ha de dar un cambio de paradigma dentro del sistema actual, la crisis mundial se originó en la codicia, de un sistema vacío que se alimenta sólo de cuánto tienes, ya se habla en países avanzados que no importa sólo ese cuánto, si no además si ese cuánto genera bienestar, o no, si daña el ambiente o no, si trata de manera justa a sus empleados o no.
Es un cambio de paradigma donde empieza a entrar el bienestar como moneda de cambio, y ello soporta aún más la tesis del Sr. Naím en su libro, que desde ya consideraría un clásico de economía y que todo el que se interese en el tema económico, bienestar, sistemas políticos, tendría que leer.
No quería acabar este optimista análisis sin hablar algo de mi golpeado país de origen, a todos mis compañeros que me escriben angustiados, con razón, les digo que se calmen, que como cité en una entrada anterior todo sistema llega a su equilibrio. En una película que recomiendo muchísimo «El Exótico Hotel Marigold» hay una frase célebre que dice «Todo siempre acaba bien y si no algo no está bien del todo, es que todavía no acabado» si clickan en el link les llevará aun blog que hace una excelente reseña de la película y de la frase.
Gracias a la última medida desesperada del gobierno venezolano que produjo inseguridad en los comerciantes, muchos están cerrando, lo más grave es que las grandes tiendas internacionales, están vaciando sus anaqueles y yéndose del país, y según una noticia que me envió un compañero por whatsApp. y otra que acabo de recibir (hacer click en los links) Los importadores están ordenando cambiar destinos de su carga o están manteniendo en los puertos de salida sus embarques hacia Venezuela. Alguno piensa que es precisamente lo que quiere Maduro, que dependan total y absolutamente del gobierno, que probablemente inundará el mercado con productos Chinos en las propias tiendas que tiene el gobierno en la mayoría de los barrios del país.
La medida de total contenido populista, lo que buscaba era distraer de una marcha civil a los marchantes, ya que si hay saqueos la gente honesta no sale a la calle, además parece que la orden dada de manera poco concisa, llevó a los saqueos, ya que parece que firmaba el decreto, que si no se cumplía con los precios fijados «se vaciaran los anaqueles» lo que se interpretó como se permitiesen los saqueos, cuando tal vez lo que se sugirió fuese un decomiso. (que luego sería vendido en las tiendas del gobierno por supuesto, pero ni eso les salió bien).
Una historia dantesca, pero a lo que iba, hay una cosa que los sociólogos llaman «masa crítica», qué es el número de afectados por un sistema, de excluidos, de desposeídos, que se permiten dentro del mismo para que sigan funcionando, en un país donde lo que sostiene el régimen es que la gente tenga la ilusión de tener dinero en el bolsillo, dinero inorgánico además por que se imprime como si fuesen billetes de monopolio, sin respaldo, para poder comprar, aunque no hayan servicios públicos, electricidad, vías de comunicación, recolección de basuras, seguridad social, personal, o económica.
Cuando la realidad de que no se trataba de una falsa alarma, y el humo y el fuego empiece a quemar a todo al país y a sus hijos, por que la producción interna está anulada, no es difícil imaginarse que pasará, ahora comienzo a entender por qué el régimen cubano que es quien gobierna en Venezuela, los militares corruptos (Que parece que no son todos, alguno sale ladrando por allí de vez en cuando), y el congreso corrompido, cuyo presidente es quien realmente debería ser el presidente del país en funciones, ante unas elecciones fraudulentas, y ante la aparente doble nacionalidad del Sr. Maduro, lo mantengan en el poder, será la cara visible de la crisis de un sistema agotado, y será quien será encarcelado si tiene suerte. Mientras los demás tomarán sus aviones privados hacia destinos donde ellos juzguen que la justicia no les alcanzará.
La masa crítica se está alcanzando, y ahora con el desabastecimiento de cara a la temporada navideña y unas elecciones municipales que no podrá anular y que le será más difícil estafar, puede ser la llave a que comience el principio del cambio que lleve al equilibrio pacífico que todos esperamos.
Así que ánimo Venezuela honrada, constituyen islas de microsistemas de valores a partir de las cuales de manera pacífica y sin violencia se han de generar los cambios que tanto necesita nuestro país.

Y como dice Aragorn en «El señor de los Anillos»:
-«No desfallezcan que hemos llegado al amanecer…
– y qué le respondió alguien.
– Que nunca se sabe lo que trae un nuevo día…»
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