
Si ya sé que he escrito varias veces de lo mismo, esta vez utilizaré otra óptica: Por alguna razón que escapa a mi escaso entendimiento, llega un momento en las civilizaciones, donde se seleccionan los mediocres para que asuman roles de dirección, por lo que he leído por ahí esto sucede en épocas de bonanza, durante éstas etapas al parecer, la clase pensante, se dedica a sus cosas y deja de lado la dirección social, dejando vacíos de poder que son llenados por los que no sirven para nada. Ya que como no sirven para ejercer un oficio determinado, se dedican a llenar los vacíos de poder social que los que piensan un poco dejan libre, por dedicarse a otros asuntos, que intelectualmente son mas gratificantes.
Éstos mediocres terminan entregados a las fuerzas económicas que manejan los entretelones de la sociedad, convirtiéndose en títeres que dan la cara de un marionetero, que está detrás y que es el que dirige realmente la orquesta, y que los mantiene contentos a base de migajas, es así como elegimos a marionetas que terminan haciendo lo que el poder económico les dicta olvidándose de los imbéciles que les eligieron, por que ellos mismos pensarán «de verdad que hay que ser imbécil para elegirme a mi con la baja autoestima que tengo… »
Y es que en esto de la gratificación somos miopes mentales, (La miopía se traduce en una incapacidad para ver de lejos), y no vemos más allá de lo que tenemos delante, sucede entonces, que no nos damos cuenta de que nos están robando el queso, de que el queso se está dañando y de cada vez queda menos, y nos vamos acostumbrando como la rana hervida, a un ambiente cada vez más hostil, por mantener nuestra comodidad.
Hasta que como ocurrió con el holocausto judío, de repente despertamos en una realidad increíble que nuestra cómoda tolerancia fue alimentando.
Y es así como despertamos en un mundo al revés, lo peor es que nos vamos acostumbrando a él, hasta que unos heroicos «indignados», señalen el camino a las masas, cuando los que no tienen nada que perder liderizan el cambio, es cuando ocurren las verdaderas revoluciones, que si no vigilamos, se convierten en más de lo mismo, «cambiar todo para seguir igual«. Aunque tengo la impresión de que siempre se gana algo en progreso social. Tal vez ésta sea la forma de evolución natural, lo que no deja de parecer un poco bestia.
Sobre todo cuando tomamos en cuenta las miserias que conlleva éste modo de vida cómodo, a veces me pregunto si esto del progreso es sólo una ilusión y después de leer a Ignacio Ramonet te das cuenta de que lo que sospechas es verdad, de que el agua está hirviendo de que eres la rana que no ha se ha dado cuenta y de que estas casi hervida, de que te robaron el queso y la casa y la vida de que los autores de éstos robos además los premian y de que juegan con el hambre y la miseria de los pueblos para ganarse unos duros, de los que ya tienen demasiados, cargándose el planeta en que vivimos y ellos viven en el camino, entonces pones en duda el fastuoso nombre de nuestra especie (Homo sapiens) y es cuando me apetece, irme a un monasterio, escribir algo de mala poesía o a vivir en una cueva.
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