
Nuevamente me motivo a escribir, intento entender lo que sucede, pareciera que la sociedad retrocede, en nuestra civilización se palpa un transfondo de desconfianza, basado tal vez en la vida fácil y hedonista, donde cada quien busca su propio beneficio a costa de lo que sea y lo peor es que se trata de una conducta socialmente aceptable, los banqueros especulan, sin escrúpulos, los políticos se entregan al poder económico en una bacanal, donde los ciudadanos, terminan siendo cómplices, esperando las migajas que se caen desde su mesa y mirando alelados, los programas de televisión alienante, cómo viven de bien los que se han quedado con el pastel, cómo burlan la justicia y cómo los justos acaban juzgados, mientras los «presuntos inculpados» campean en las calles con una sonrisa.
Da miedo éste mundo al revés, donde hay que justificar el valor del trabajo bien hecho, que tendría que ser un valor en sí mismo, donde los que toman las decisiones, sólo miden con una sola vara, la del beneficio inmediato, tal vez por una sensación de declive, de que las cosas no van a durar y de que lo que importa es aprovecharse mientras se pueda.
Ésta es la marca, el signo patognomónico de que vivimos en una civilización que ya alcanzó su acmé en su curva de crecimiento y que hace algún tiempo comenzó su declive. Es el sentido de la corriente y siempre terminamos arrastrados por ella, a pesar del deseo de nadar en contra, la corriente termina arrastrándonos en el sentido que elige la sociedad, así como la sociedad vota mayoritariamente por incompetentes y les da poder absoluto para tomar decisiones, que a todas luces no solucionan los problemas para cuya solución fueron elegidos, si no que empastelan más la situación de crisis, como empastelan sus discursos y sus decretos basados en ideologías obsoletas en éste m mundo global.
Pues bien esto es lo que decide la mayoría, un gobierno de novela de Orson Wells, es el péndulo histórico me dirán, sí pero los que están del otro lado del péndulo terminan exasperados ante ésta versión de la tercera ley de Newton, y los que ya tenemos un tiempo viviendo ésto, nos entra la angustia de ver como se desperdicia el tiempo y las oportunidades en manos de los que tienen que tomar las decisiones y ni siquiera se enteran de los problemas, pues miran más dentro de sus necesidades que en el exterior, sin entender que el beneficio de todos es el camino, que las sociedades progresan en la medida que progresa el grupo y que las sociedades extremadamente individualistas terminan en tiranías causantes de miserias que sólo sirven a los de siempre, al poder económico que se desplaza moviendo los hilos de entre bastidores.
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