«…Creyéndose un constructor del futuro, Chávez en realidad es un restaurador del pasado, del pasado contra el que luchó su héroe Simón Bolívar.
Chávez intenta construir el estado tomista de Morse y Suárez, la búsqueda de «un todo ordenado en el que las voluntades de la colectividad y del príncipe se armonizan a la luz de la ley natural y en interés de la felicidad ciudadana y el bien común… El pueblo es el depositario de la soberanía, pero en un pacto político la transfiere por entero al príncipe, quien se convierte en el centro de la vida social del reino… La corona imparte justicia, queda unida a la iglesia y la propiedad pasa a ser toda de la corona. La propiedad privada pasa a ser una concesión.»
Hugo Chávez no es el heredero del proyecto histórico de Bolívar. Su heredera es la democracia venezolana…Pasado que Chávez ha decretado inexistente y muerto. Pero la muerte que ha anunciado no sólo es prematura: Probablemente será ilusoria… En América Latina la democracia se ha perdido muchas veces, pero se ha reconquistado…»
Tomado de: «Poder y Delirio» Enrique Krauze. Editorial Tusquets ISBN 978-84-8383-142-7
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