Las fracturas por fragilidad ósea, constituyen un problema de salud pública, por la invalidez, la afectación personal que causan, la pérdida de independencia del que la padece, la discapacidad y una mayor morbilidad y mortalidad. Y también por su peso en el gasto sanitario, aproximadamente un 3,5 % del gasto sanitario en toda Europa. Siendo su efecto en la población general, superior al de muchas enfermedades crónicas.
El riesgo de fracturas por fragilidad ósea puede ser disminuido, tomando medidas diagnósticas y terapéuticas en la población de riesgo. Estudios recientes demuestran que el diagnóstico y tratamiento de la osteoporosis fue subóptimo, en pacientes que habian sufrido una fractura por fragilidad. Se ha establecido que en pacientes con fractura de cadera sólo el 14% tenían diagnóstico de osteoporosis, y de éstos sólo la mitad recibieron tratamiento. En otro estudio, De los sufrieron una fractura osteoporótica menor sólo el 16 % recibió tratamiento para osteoporosis.
El 17 % de las personas mayores de 70 años, tendrá una fractura por osteoporosis, siendo más frecuentes en mujeres, y se ubican más frecuentemente, en los cuerpos vertebrales, la muñeca, la cadera y el húmero.
El estudio alerta sobre la necesidad de tener en cuenta ésta patología, que puede ser minimizada, con medidas como implementar una dieta adecuada, suplementar calcio y vitamina D, en los casos que se amerite, previsiones para evitar caidas en casa, mejorar la masa muscular de personas afectas. Y dar tratamiento espécifico en los casos diagnosticados, con el objetivo de proveer una mejor calidad de vida, en los adultos mayores.
Fuente: Univadis
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