La evidencia científica suele demostrar, cosas que dicta el sentido común y que consolidan un cuerpo de recomendaciones que la medicina clínica viene haciendo desde que se conocen los mecanismos de desarrollo de la enfermedad.
Se nos enseña que existen varios tipos de prevención y las recomendaciones universales en medicina parecen avanzar en sentido opuesto, desde que en 1953 Levell y Clark, presentaron su libro «Texbook Of Preventive Medicine», establecieron que existen tres niveles de prevención, digamos simplificando, que en la era de la medicina pre científica, se hacía principalmente una prevención terciaria, que era adaptar al paciente a su condición de enfermo y tratar de sobrellevar lo mejor posible, la evolución natural de su enfermedad, a la luz de los conocimientos del tiempo.
Luego a medida que fuimos conociendo los entresijos de las enfermedades, avanzamos en prevención secundaria, que es lo que aún hoy guía a muchos clínicos, es la era de la medicina técnica, sólidamente científica, centrada en el diagnóstico precoz y en el tratamiento oportuno y en el límite del daño.
Se ha avanzado en reparación del daño que produce la enfermedad, de manera impresionante y la noticia reciente de haber logrado un embarazo por primera vez en una paciente que había nacido sin útero, con un útero transplantado, junto con noticias de un embarazo en progreso en otra similar en Turkía, procedimiento hasta ahora experimental, y controversial, es una muestra de ello.
Los avances en inmunizaciones, algunos cuestionados, es cierto, pero es indudable que las vacunas han logrado prevenir millones de muertes en todo el planeta, son un ejemplo de los avances en prevención primaria a nivel de protección específica.
De manera evolutiva en el siglo XXI, se abre un paradigma que no es nuevo, ya lo enunciaban Levell y Clark y lo aprendí por allá en los 80 en mis primeros años en la facultad de medicina.
Se trata de la prevención primaria en fomento de la salud, y con éste marco comento un artículo de la revista Aging publicado recientemente y comentado en Medscape.
Resumiendo, en su trabajo publicado on line, el Dr. Bredesen establece que unas medidas individualizadas pueden detener y aún mejorar el deterioro cognitivo relacionado con el Alzheimer, 9 de 10 pacientes con ésta enfermedad que les limitaba en su vida diaria a tal punto que habían dejado de trabajar por sus problemas de memoria, volvieron a hacerlo, la décima persona tenía una enfermedad en un estado muy avanzado.
Las recomendaciones que fueron comunes a la mayoría de los pacientes que mejoraron fueron las siguientes:
- Eliminar los carbohidratos simples de la dieta.
- Aumentar el consumo de frutas y vegetales y pescado. Y evitar desórdenes en los horarios de comidas.
- Ejercicio, reducción de estrés, yoga, meditación
- Suplementos nutricionales individualizados.
- Cuando se consideró apropiado, terapia de remplazo de estrógenos en algunas pacientes femeninas.
¡Las mismas de toda la vida!.
Lo nuevo de éste trabajo es que se demuestra científicamente que la prevención primaria no es sólo prevención, también sirve de tratamiento en enfermedades progresivas como el deterioro cognitivo que suele acompañar el envejecimiento y como ya se ha demostrado en otros trabajos, un estilo de vida sano puede inclusive revertir las placas de arterioesclerosis que hacen los vasos sanguíneos más rígidos y son causa de enfermedad cardiovascular.
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