En su libro “El Viaje a La Felicidad”, Eduardo Punset define la felicidad cómo una emoción transitoria que origina un instante de orden en complejos sistemas de caos. La considera un bien colectivo y no material. Una sociedad feliz, afirma, vive en ausencia de miedo, temor y en el goce de libertades. Es probable que estas consideraciones no encuadren en la dialéctica de la ineptocracia criolla y su nuevo e innecesario Ministerio que representa una verdadera bofetada, burla y paradoja en la realidad de una sociedad que vive en el terror diario, la inseguridad y las crónicas de agravadas calamidades. Desigualdad en las que unos pocos ricos y burócratas lo tienen todo y una mayoría carece de casi todo. Basta echar un vistazo con objetividad para descubrir que El Estado no garantiza, para todos sus habitantes, educación y salud digna, vialidad, libre tránsito, libertad de pensamiento y expresión, o alimentos de la canasta básica. Un país con instituciones corrompidas, corruptas, injustas, con un Gobierno que voltea la vista y no garantiza el derecho a la vida, que en el más absoluto descaro no protege y agrede a aquellos ciudadanos que no sean adeptos a su pensamiento político y su desvirtuada visión monocromática de país. En este contexto se promueve el delito, se irrespeta la propiedad, se disimula la ineficiencia favoreciendo el saqueo y se tiene la osadía de crear un Ministerio para la felicidad plena. Solo porque la sociedad de los cómplices tolera todos los atropellos.
Jesús Zurita Peralta. CI: 6.625.245
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