El monstruo del caos… En respuesta a una mirada.

A veces una mirada basta para tener que explicar, no soy persona que justifique sus actos, suelo ser reflexivo y asumo la responsabilidad de los mismos, tal vez tenga que ver con una profesión donde día a dia se toman decisiones que afectan la vida de las personas.
Te acostumbras entonces a un proceso casi inconsciente de toma de decisiones sobre la marcha, a medida que tienes elementos objetivos para hacerlo.
Tal vez las decisiones más difíciles de tomar son las que tienen que ver con cambios, personales, pero que afectan a personas cercanas que estimas. A veces ves venir una situción indeseable, tratas de enfrentarla con todas tus fuerzas, de agruparte de hacer piña e intentar cambiarlo en el sentido que según valores de justicia y equidad, pueda mantenerse una cierta armonía, que no es más que el valor de principios puros, que establecen un camino de equilibrio y bienestar.
Por las razones que sean, éstos principios en un sistema social, comienzan a quebrantarse, lo notas lo gritas, llamas a la lógica y a la cordura, enuncias lo que te parece corrrecto, enfrentas al monstruo, lo frenas en su proceso destructivo, de aquello que has creado con tanto esfuerzo, pero vivivmos en una osciedad hedonista, y el monstruo es fuerte, y tiene múltiples caras y además es persistente, de repente tus huestes se ven mermadas, comienzan a renegar de cosas de forma, y a dar la razón al monstruo.
Te acusan de no ser dueño de la verdad, te informan que la verdad es relativa, que no existen blancos y negros, que hay matices de grises, tratas de explicarles que en valores sí que existen, como no eres infalible, explotan tus fallos y esconden los propios, agradeces que te muestren tus errores, pero los enarbolan como bandera, de que eres igual de mediocre, te acusan de vanidoso, de pesetero, de irresponsable, comienzan a ver el polvo en tu ojo y a no darse cuenta de la viga en el propio.
Dices que no importa, que haces los correcto y que la mediocridad no te vencerá pues crees en tu principios, soberbia, que poco a poco te va cambiando, y empieza a convertirte en otra cosa, cuando vienes a darte cuenta, pasas a ser un ser amargado, solitario que daña a los que tienes cerca, pues curiosamente, los ataques de tus antipodas se convierten en realidad, «te crees dueño de la verdad», «eres vanidoso», «eres pesetero», cuando lo que buscabas inicialmente era justicia, beneficiencia, no maleficiencia y autonomia, o sea era trabajar con ética.
Ya he estado allí mas veces de las que quisiera, me enfrentado al monstruo en todos los tribunales posibles, usando todos los medios honrados que conozco, me convencí de que no lo vencería de ésta manera, puse en peligro mi seguridad y la de los mios, me sentí como una pieza de rompecabezas que no encajaba en la caja donde estaba y emprendí un viaje para buscar mi caja.
Pasé visicitudes, me enfrenté a ellas y las vencí, hubo un momento en que no tenía nada, sólo mi fé en que hacía lo correcto y la esperanza de que había un orden superior que al final premiaría mi esfuerzo. Logré muchas cosas, comenzando desde cero.
Pero cuando creia que había conseguido mi caja en un rompecabezas donde encajaba, aparece el monstruo de nuevo, más sutil pero no por ello menos despiadado, siempre tuve dudas de que salir a buscar mi caja fuese la solución al problema, puesto que tengo la certeza de que de los problemas no se huye, se les enfrenta.
Pero esta vez el monstruo me encuentra decepcionado, como un ciclo que comienza de nuevo, y no tengo fuerzas para enfrentarlo, considero que mientras culpes a los demás de tus problemas, siempre serás una víctima y no tengo ése espíritu,
Y en proceso largo de aprendizaje me doy cuenta de que las soluciones no están afuera, están dentro de mi, siempre hay opciones, y es cuestión de intentar esta vez en otro campo de batalla, interno, tal vez sea codicia aferrarse a cosas, inclusive tal vez sea soberbia tratar de imponer lo que tu crees a los demás, Tal vez sea pereza tratar de mantener tu estado sin cambiar tu, todos estos esfuerzos llevan a la ira, y a la tristeza. Y tal vez sea orgullo el no ver todo esto.
En todos los momentos de mi vida éstos conflictos los he logrado solucionar con humildad, paciencia, justicia, prudencia, fortaleza y templanza.
Tal vez el monstruo esté en mi, por eso tal vez tenga que replegarme, retormar fuerzas y rehacer mis tropas, para enfrentarlo, ya lo dijo Tzun tzu, «no se han de pelear batallas que no sabes si has de ganar «.
Y de momento estoy seguro que no ganaré , por eso mirada, de aprecio y tal vez de decepción, sólo te pido paciencia y que me dejes enfrentar mi monstruo interior antes de enfrentar el exterior, tal vez se trate de la misma batalla. De momento no tengo respuestas sólo justificaciones.


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