Estamos programados para creer, teorizo que se debe a una ventaja evolutiva, el humano que justificaba su miedo a lo desconocido con creencias, evitaba peligros en un mundo primitivo, el que quería saber se exponía más al investigar, por lo que sus genes tenían menos probabilidad de transmitirse, así mismo los seres mas racionales de la historia por alguna razón no dejaron descendencia, tal vez por que tener hijos es un acto más emotivo que racional, puesto que si te lo piensas un poco, puede ser que nunca sea el mejor momento. No quiero decir que no se deban tener hijos ya que desde el punto de vista de especie es una necesidad imperiosa, tan imperiosa que la reproducción tal vez sea nuestro más fuerte motivador.
Pero eso es otro tema, lo que quiero comentar es que el miedo se alimenta de dogmas, en una sociedad hostil, los dogmas prevalecen, es decir tendemos a ser menos reflexivos y a creer lo que diga el que habla más fuerte. Tal vez por ello las masas enardecidas son tan irracionales, estoy seguro de que tiene que ver con la pirámide de necesidades de Maslow. Esto es, tienes que estar tranquilo para poder racionalizar. Tal vez esta hostilidad permanente con que nos agrede la civilización actual, en declive, sea la que nos hace creer sin pensar, tendrá que ver con el estrés.
Por otra parte el pensar toma tiempo, que a veces no tenemos pues empleamos todas nuestras energías en sobrevivir, las cuentas para llegar a fin de mes. Por lo que es más cómodo, y rápido creer que pensar.
Esto explica muchos fenómenos sociales, pero tengo la impresión de que cada vez ésto, se traslada a las ciencias, por ejemplo en medicina, la introducción del aspecto legal en el ejercicio de la profesión, que es un derecho de los pacientes, la necesidad de que si no se recibe una atención de calidad, pueda demandar un reparo al responsable, esta exigencia de una medicina de calidad, es justa y deseable.
El problema es que nunca faltan los que quieren aprovecharse, y más en una situación de crisis, lo que obliga a actuar a los profesionales, pensando además de cuál es la mejor opción terapéutica o diagnóstica para un paciente determinado, añadiendo además una variable, «la opción que pueda dar menos problemas legales».
Esto lleva a que algunos veces, se intente justificar la inacción, pues como ocurre con frecuencia, el paciente se encuentra en una zona gris, donde se ha de imponer el criterio y la experiencia, y donde el profesional debe tomar una decisión que puede ser la que tiene más riesgo legalmente con el fin de cumplir con su deber, que ha de ser hacer lo mas adecuado de acuerdo a sus conocimientos y el estado de arte, para restablecer el estado de salud en la enfermedad.
Ilustraré con un ejemplo, que es extremo, no es algo común, existe un procedimiento que es la cesárea post mortem, quiere decir que si por alguna desventurada razón la madre fallece y lleva un feto vivo en su interior, el médico debe actuar inmediatamente y sacar el niño para así salvarlo, esto era una práctica que nos enseñaban como una medida extrema, ahora bien recientemente leí una revisión, donde exponía que un porcentaje importante de los ginecólogos si podía evitar hacer el procedimiento, lo evitaría, por los problemas legales que conlleva.
Y cualquiera que lea esto puede pensar ¿Y qué problema legal puede haber, se ha salvado una vida no?, pues resulta que la intervención ha de hacerse de manera expedita, sin perder tiempo, cuando la definición legal de muerte es borrosa, esto es el criterio objetivo de muerte requiere de un tiempo que no se tiene cuando se ha de hacer la intervención, así bien casi todos los casos en USA (afortunadamente muy raros) han terminado en demandas penales y civiles contra el médico que tenía la intención e salvar una vida. En algún caso, el médico ha sido acusado de realizar un procedimiento cuando la madre aún estaba viva y que pudo haber contribuido a su muerte.
Los médicos tenemos muy claro que no bastan las buenas intenciones, estoy seguro que todo el que trabaja en esto, trata de hacer su trabajo de la mejor manera posible, pero es parte del duelo de los familiares, pasar por varias fases y existe una fase donde se mezclan la ira y la culpa y en obstetricia, donde las complicaciones son poco frecuentes, se tiende a pensar que el culpable es la cabeza visible, en éste caso el ginecólogo, haya tenido o no que ver con el desenlace no esperado.
La «judialización» de la medicina, está causando un daño en el arte y en su ciencia, ya que introduce la variable del miedo en el acto médico. Ya vimos que el miedo nos hace actuar con creencias y no con ciencia. Lo que nos aleja de la verdad, ya el tiempo de los miedos en la oscuridad de la noche pasó, gracias a no pocos pensadores que nos dieron la luz, por la razón que sea no la volvamos a apagar. El «primo non nocere» primero no hacer daño, debe prevalecer.
Y es la misma sociedad la que lo debería entender, tal vez en alguna ocasión se justifique un juicio, por negligencia, impericia o imprudencia, pero estoy seguro de que en la mayoría de las demandas, se oculta detrás un médico que hizo lo que consideró más adecuado en un momento dado, aunque esa decisión lo colocase en una posición de debilidad legal.
Es por ello que el aforismo que se escucha en los juzgados «con mucha frecuencia, demandan a los mejores», sirve de poco consuelo para el profesional que se encuentra sentado en el banquillo, pero explica perfectamente el punto de vista que quiere exponer el presente post.
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