Mandela y alguna reflexión necesaria: Jesús Zurita Peralta

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Cuando Mandela fue elegido presidente de Suráfrica todo un pueblo injustamente oprimido, sometido por la más miserable de las razones, el color de la piel, esperaba que él gobernara desde el odio, aplicara retaliación y venganza, pero él les mostró un camino distinto, el del perdón, la reconciliación, la integración en un todo con minorías blancas y mayorías negras bajo una misma bandera. Él lo logró y siempre será recordado por ese gesto oportuno que pocos líderes escogen, el camino de la paz.
Los años recientes de nuestra historia venezolana han sido ocupados por líderes surgidos en el ímpetu del verde oliva, las armas, escasos de argumentos; una casta de insurgentes que se impuso de forma abrupta con un golpe militar transformado semánticamente en revolución, una casta que se benefició del juego democrático que les permitió luego con los votos del pueblo lograr lo que sus fusiles inservibles no lograron. Desde ese día han mostrado su talante violento, el verbo encendido, las banderas ondeantes del odio, rabia, segregación, intolerancia y soberbia.
Los líderes son en ocasiones la necesidad histórica de una masa crítica que los reclama para representarla, es el caso venezolano, otras veces los líderes surgen como oportunidad histórica para vencer la contrariedad con la paz y transformarlos, ese es el caso surafricano, unos surgen desde la propia sociedad enferma y su caos, es el caso Chávez y otros surgen desde el sufrimiento para mostrar con autenticidad otro camino más humano, es el caso Mandela, que representa ejemplo del líder asertivo, carismático, democrático, tolerante y oportuno para cambiar destinos.
Nuestra historia contemporánea está llena de hazañas fabuladas y héroes de hojalata que solo han servido para mostrar lo peor de nuestras cualidades, socializar la pobreza y repartir sus calamidades bárbaras. Suráfrica es una nación emergente gracias al vuelco de destino que Mandela impuso con su liderazgo distinto, su estilo y ejemplo claro. Él fue un hombre distinto para un pueblo que ya es distinto, y muere a los 95 años tras una convalecencia y enfermedad conocida por todos, el otro muere joven tras una enfermedad relativamente breve llena de incertidumbres y misterios, engaños y falsedades. Nosotros seguimos con líderes iguales o peores para mantenernos iguales o peores, ahí está la clave, ahí esta parte de las diferencias entre dos naciones y dos sociedades llevadas por rumbos diferentes y líderes distintos.
Por más que la propaganda oficial se esmere en crear parapetos en memoria de algo o alguien, el paso y peso de la historia da el lugar permanente que merecen los hombres justos y humanos, unos serán honrados siempre y otros simplemente serán olvidados.
Hoy honro a Mandela y su legado, hoy me alejo más de los líderes malvados.


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