Una apreciada amiga me envió el mail, donde el Maestro, Rafael Muci Mendoza, expresa su protesta ante la situación de la medicina en Venezuela, seguida a la respuesta del mail que transcribo, esta el documento completo, que explica quien es el profesor Muci Mendoza, su trayectoria y su protesta, es un documento histórico y aleccionador, no por ello menos indignante.
Respuesta al mail:
«Gracias amiga,
Debe haber sido muy duro para el Maestro.
Es lo que sucede cuando prevalecen los antivalores en una sociedad.
Deja de haber espacio para los valores.
Y terminan imponiéndose los primeros.
Cuando personas de la estatura moral del maestro Muci Mendoza, referente ético nacional,
tiran la toalla, es que la situación está bien mal,
Ojalá se genere la respuesta que estoy seguro que él mismo espera, un rechazo nacional
a esta medicina parásita, que carcome las bases de en un tiempo una de las mejores medicinas,
del planeta, la nuestra, inspirada en Jose María Vargas y muchos otros médicos ilustres.
La escuela de medicina, el Hospital Vargas, la sociedad venezolana, pierden así una vez mas, por incompresión, ignorancia y entrega, un bastión
moral y científico, que se había mantenido incólume, por sus pacientes, ante el deterioro sanitario que le rodea. ¿Es que no hay nadie que diga: Hasta aqui?. Que le haga saber a los que toman las decisiones en buen venezolano, que se diga algo así como: «Chamo nos estamos pasando de la raya, mi pana hay cosas mínimas que se deben respetar, no sigamos por ahí…» Me parece indignante que un país entero se entregue a una bacanal de antivalores y que los que levantan la voz por encima del mundanal ruido, sean los que terminan siendo apedreados, sin que nadie «de las bases» diga: » esto no».
¿Dónde están tantos pacientes y familiares de pacientes humildes a quien el Dr. Muci ha dedicado su carrera y han tenido el privilegio de haber sido atendidos por un médico humano, afable, considerado y preocupado? nadie es capaz de decir: ¡ No chamo no, con mi doctor no te metas !.
Tal vez, el maestro, tenía razón en la carta que una vez escribió a su hijo, con la que solía comenzar mi período de clases con los estudiantes de medicina que iniciaban su rotación por mi servicio: cito textual un fragmento de la misma:
«…porque escogiste una ocupación donde el amor y el odio nunca marcharon más juntos. Serás “el mejor médico del mundo” hasta que los requerimientos de tu paciente no sean satisfechos en la forma en que él lo espera… En ese momento, sus sentimientos hacia tí darán un giro antipódico y te endilgará toda clase de penosos adjetivos y hasta tergiversará la verdad en su beneficio y en tu desprestigio.
Desde ya, considéralo como un efecto indeseado, pero intrínseco al rol de padre omnisciente y omnipotente que serás en la idealización del minusválido…»
Ahora » Los Orcos», estarán contentos pues se han quitado una molestia de excelencia, en su mediocridad,
como siempre los que pagarán los platos rotos son los que no tienen con qué pagarlos, sus amados pacientes de escasos recursos que acuden al hospital,
pues no tienen más sitio donde acudir. Sumándose al gran vacío ético que deja un vacío científico y humano IRREMPLAZABLE.
No hay derecho.
PD: Me tomo la libertad de publicar el correo integramente en el el blog
Julian.

Carta abierta: Mi protesta…
A mis compañeros de Cátedra y del Hospital Vargas de Caracas; a las
autoridades y profesores de la Facultad de Medicina de la Universidad
Central de Venezuela y en particular de la Escuela de Medicina ¨José María
Vargas¨; a otros miembros de la comunidad universitaria; a mis alumnos de
pregrado y cursantes de postgrados de medicina interna, de oftalmología de
los Hospitales Vargas, Rísquez, Domingo Luciani y Militar, al postgrado de
neuro-pediatría del Hospital Pérez Carreño y postgrado de neurología de la
Universidad de los Andes.
El 18 de junio de 2010, conjuntamente con otros destacados médicos
venezolanos[1], suscribí un documento intitulado ¨Consideraciones sobre la
incorporación de 8.581 estudiantes de la carrera de Médicos Integrales
Comunitarios a los hospitales públicos¨, un problema que ya fuera planteado
en cartas y comunicados desde julio del 2007 y del que extraigo textualmente algunos párrafos ¨El documento señaló de forma terminante que el diseño
curricular de las carrera de Médicos Integrales Comunitarios resultaba ser
prácticamente el pensum de carreras similares que se cursan en Cuba, con un
alto contenido ideológico que «pareciera ser un objetivo esencial en su
diseño, lo cual está en contra de los principios fundamentales de la
educación y especialmente de la educación universitaria, basada en que el
alumno pueda ejercer libremente el análisis y la discusión de todas las
ideologías, libertad que es atributo fundamental de las universidades..»
¨Como afirmamos en el Manifiesto de julio de 2007 al cual hemos hecho
referencia, «no se les ha brindado la posibilidad que nuestras facultades de
medicina ofrecen a sus estudiantes: una carrera con un pensum acreditado,
garantía de la obtención de grados y otorgamiento de títulos de indiscutible
solvencia académica y profesional». Por su parte y en relación con los
cursantes, el documento finalizaba diciendo, ¨asegurar que la práctica que
llevará a cabo este personal esté enmarcada en los estándares
internacionales para la educación médica de pregrado, que exige alto
compromiso en la formación del médico, en la que deben combinarse, la
excelencia en la atención de la salud de la persona, de servicio a la
comunidad, de sensibilidad humana y equidad en todos los estratos sociales¨.
Pues bien, en la mañana del pasado lunes 24 de enero de 2011, luego de
atender, como es mi ancestral costumbre, a mis pacientes de la Unidad de
Neuro-Oftalmología del Hospital Vargas de Caracas, me dirigí a las 9:30 A.M
a la Sala 3 con la finalidad de participar en el ritual de la revista médica
de sala por tantos años acostumbrado; fue grande mi sorpresa cuando se me
comunicó que estarían presentes tres cursantes del programa de Medicina
Integral Comunitaria que propicia el estado venezolano en connivencia con la
misión cubana. Según se me informó, constituía una ¨colaboración¨ pedida por
el Director del Hospital para recibir a seis pasantes divididos en 2 grupos,
uno para la Sala 3 y otro para la Sala 2. Me presentaron a tres mujeres
superando la treintena y en gesto de elemental cortesía les ofrecí mi mano.
De acuerdo a lo comunicado, serían ¨invitados de palo¨, es decir, que ¨no
molestarían, no hablarían, sólo escucharían y sólo tomarían notas¨, como en
efecto ocurrió…
Antes de proseguir, debo significar que he permanecido en el Hospital Vargas
de Caracas desde 1957, cuando iniciara mi paso por las clínicas en tercer
año de medicina; allí recibí información, pero más que todo, formación
médica, ética y humanitaria. Me gradué el 5 de septiembre de 1961 y desde
entonces mi vida ha permanecido atada al Hospital Vargas de Caracas -53
años; ¡más de medio siglo!-. Solamente durante mi Internado y Residencia en
Medicina Interna, recibí mis emolumentos a través del Hospital (Bs. 1.500,oo
de entonces). Luego, ingresé al escalafón universitario ascendiendo
progresivamente hasta profesor titular; todos mis trabajos de ascenso fueron
laureados y se recomendó su publicación. Desde entonces y hasta el presente,
he permanecido como Profesor Titular universitario activo de Clínica Médica,
a medio tiempo de contratación, en la Cátedra de Clínica y Terapéutica B de
la Escuela José María Vargas de la Facultad de Medicina de la UCV, a la cual
ingresé oficialmente el 1º de febrero de 1965 manteniéndome en mi puesto
hasta el día de hoy, es decir, exactamente 46 años y una semana de intensa
actividad asistencial y académica; ininterrumpida con excepción del período
comprendido entre julio de 1978 y julio de 1980 cuando permanecí en el
Centro Médico de la Universidad de California, San Francisco donde realicé
un entrenamiento en neuro-oftalmología, superespecialidad hasta entonces
desconocida en mi país. Debo manifestar que nunca tomé un tiempo completo
por temor a no poder cumplirlo, aunque mi lapso de trabajo se extendió
habitualmente entre las 7.00 A.M. y las 11.30 A.M.
Es por ello que mi sueldo actual, me avergüenza decirlo, es de tan sólo
Bs.F. 1.331,oo que con las deducciones, termina siendo de Bs.F. 829,36. Se
pensará que sólo un imbécil trabajaría por un sueldo tal, pero a decir
verdad, nunca laboré por un sueldo sino por amor a mis pacientes -los más
desposeídos-, a la memoria de mis profesores, al Hospital al que tanto
quiero y debo, a la docencia universitaria a la que he dedicado tiempo,
desvelos y puntillosa escrupulosidad, y a mis centenares de alumnos de pre y
postgrado, solazándome henchido de orgullo al verlos de mis manos aprender y
ser mejores ciudadanos y triunfar en nuestro medio y allende los mares.
En mis charlas dictadas y en artículos médicos publicados en el país o en el
extranjero, siempre y con orgullo me he identificado como ¨Médico del
Hospital Vargas de Caracas¨, nunca mencionando la institución médica privada
a la cual pertenezco. En algún momento y en forma anónima mi supuesta auto
designación de ¨Médico del Hospital Vargas¨ con que suscribí muchos
artículos de prensa en su defensa, me valió críticas por ¨identificarme como
tal sin serlo¨.
He compartido mis actividades de Cátedra con la dirección de la Unidad de
Neuro-oftalmología, fundada por mí, única en el país y dependiente
económicamente de mi persona y de los Cursos de Fondo del Ojo en la
Enfermedad Sistémica que anualmente dicto por más de 40 años; nunca he
pedido ni recibido ayuda de mi Escuela ni de la Dirección del Hospital,
tampoco se me ha ofrecido. Nunca cobramos un céntimo a nuestros pacientes,
considerando nuestro trabajo como una ofrenda y como una obligación. La
Unidad fue designada con mi nombre el 18 de julio de 2003 a pedido de mis
propios compañeros de Cátedra y aprobado por el Consejo de la Escuela de
Medicina ¨José María Vargas¨ en su sesión # 783 de fecha 15 de mayo de 2003,
fundada a mi regreso del Norte en julio de 1980 con material e instrumentos
adquiridos de mi propio peculio y a la cual asisto entre las 7.30 A.M. y las
9.30 A.M. viendo una docena de enfermos diarios, intentando solucionar o
aliviar sus problemas y de paso, enseñando a los médicos internistas y
oftalmólogos que me acompañan lo que considero el arte de la medicina al
través de ser un hombre que trata de estar enterado en su oficio, cabal,
respetuoso y bondadoso para con mis pacientes y para con mis alumnos.
Tan sólo eso ha sido mi vida hospitalaria.
Volviendo al tema que me ocupará en adelante, tal vez por algún descuido
involuntario, no fui informado que estos cursantes asistirían a las revistas
de sala, ni que supiera, se hubiera convocado a todos los miembros de la
Escuela, del Departamento Médico, de la Cátedra y del Servicio para
discutirlo, decidirlo y aceptarlo o improbarlo. Era pues ese lunes, el día
en que se consumaba de un hecho cumplido. En razón de ello debo hacer
algunas precisiones.
El 8 de julio de 2006 escribí en la sección de Opinión del Diario El
Universal de Caracas, 2:9, el siguiente artículo:
¨Oferta fraudulenta.
Rafael Muci-Mendoza
La medicina es profesión de elevada actividad intelectual; nuestro padre
Hipócrates, 2500 años atrás trocó el empirismo en medicina que se explicaba
el mundo en términos de razón, surgiendo así la medicina científico-natural,
disciplina en constante evolución y perfeccionamiento. La medicina
constituye parte neural de la cultura de una época y de un país. La
situación no deja de ser al menos triste. Mil quinientos jóvenes bolivianos,
adolescentes ilusionados e incautos, masa proclive al engaño, enlabiada y
traída a ‘estudiar medicina’ mediante un plan manipulado y contrahecho: 2500
años de progreso continuado reducidos a un año de estudios limítrofes y 5 de
práctica, tiempo apenas suficiente para producir un rutinero. Retrocedemos
en medio del empirismo revolucionario. Un sistema engañanecios en el que
nunca podrán competir con sus pares académicamente formados del primer mundo
porque estarán privados de la universalidad del conocimiento, entrampados en
estudios superficiales planificados en función política y no científica,
resentidos dentro de su propia marginalidad, mesas de tres patas…
Todos los médicos cometemos errores porque la medicina es la ciencia más
inexacta de cuantas existen, por tanto insistimos en formarnos bien y
brindar adecuada formación a nuestros alumnos suministrándoles las
herramientas necesarias para comprender al humano enfermo en todas sus
artistas, desde anatomía hasta humanismo y humanitarismo. Les enseñamos a
desconfiar de propias destrezas, a temer a la falsa seguridad de una
formación deficiente o fronteriza, no les queremos médicos del montón, les
queremos ágiles en el pensar, claros en el diagnosticar, solidarios con el
necesitado y ponderados en la indicación terapéutica.
¿Desearían los gestores de este bodrio tener para sus hijos enfermos,
empíricos del diagnóstico y la terapéutica.?
A lo largo de doce años del llamado gobierno revolucionario, los médicos
venezolanos hemos sido segregados, insultados, desmerecidos, se nos ha
endilgado toda clase de penosos adjetivos, se ha favorecido y forzado una
diáspora de más de seis mil médicos jóvenes, nuestros mejores cerebros,
nuestra generación de relevo, para implantar dizque una nueva forma de
aprender y hacer medicina con ¨médicos¨ que por su formación, tristemente
nunca lo serán. Una verdadera falsificación de los estudios médicos, una
verdadera estafa. A este respecto, he tenido una posición crítica y clara, y
siendo así, sería una incongruencia con mi conciencia, con mis principios y
con mis ideas, cohonestar con mi presencia en la que ha sido mi Facultad, mi
Escuela y mi Hospital una manera aberrante de enseñar medicina.
¿Conocemos a fondo el pensum de los estudios de estos cursantes? Fuera del
tinte ideológico de sus estudios y el empleo de una computadora, ¿Tenemos
alguna idea acerca de qué les han enseñado sobre medicina y cuáles son sus
destrezas y sus aptitudes? ¿Han conversado estos jóvenes alguna vez con
algún humano enfermo y aprendido las bases de la medicina clínica: el
diálogo diagnóstico-terapéutico, la nosología y la semiología y el arte de
tratar al enfermo que no a la enfermedad? ¿Por qué estos pasantes, que no
estudiantes formales, no son enseñados en alguno de los 500 Centros de
Diagnóstico Integral, instituciones hacedoras de exámenes complementarios
sin rumbo en ausencia de una historia clínica -herramienta principalísima
desconocida por sus ductores-, conducidos por ensalzados médicos cubanos? Yo
no sé que saben, ignoro sus planes de estudio, no me siento culpable del
producto final que estamos presenciando, no soy responsable de que se les
haya engañado, y no pueden pedirme ahora, que participe yo mismo del engaño,
de la farsa, dejándolos permanecer de pie frente a mí, como ¨invitados de
palo¨ -designación que además considero peyorativa e inhumana-, tomando
insulsas notas para continuar el sainete que han montado entre los cubanos,
el mandón y médicos traidores a su esencia venezolana. ¿Dónde quedan el
esfuerzo y los desvelos de nuestros verdaderos estudiantes para aprobar sus
materias? ¿Vamos a juzgar a estos otros de manera diferente? Aunque siento
dolor y pena por los engañados, no me prestaré a esta engañifa, pues no deja
de parecerme una traición hacia nuestra condición de docentes
universitarios, de ucevistas, de ciudadanos de un país al que consideraba
soberano.
No quiero ser un títere del autócrata ni de las autoridades universitarias
que nos impusieron aceptarlos a través de la Dirección del Hospital y ahora
hasta nos piden que los evaluemos, no quiero ser un colaboracionista en esta
imposición enmascarada de ¨colaboración¨ después que nuestros mejores
hospitales docentes han sido destruidos intencionalmente y con saña,
nuestros médicos minados en su mística, nuestros postgrados desmejorados y
desmembrados, todo para hacer prevalecer los dictados de un programa
paralelo conducido por la Misión Cubana, para conculcar la soberanía de la
enseñanza médica instituida desde José María Vargas por invasores
extranjeros que han clavado su pendón en estas tierras generosas sin
encontrar oposición alguna, pues ni un tiro han echado durante la invasión,
que venden a nuestros jóvenes una dolosa quimera. Sé que me tildarán de
egoísta, de escuálido, y quién sabe cuáles otros epítetos me pondrán a
cuestas, pero no ha sido ni será por mí que este caballo de Troya portador
del empirismo más redomado haya entrado como ya ha entrado en mi
universidad, en mi hospital, en nuestras vidas. Mientras asfixian nuestra
Universidad negándole recursos, colaboramos con nuestros enemigos. Y véase,
les llamo ¨enemigos¨ tal y como sienten los médicos cubanos a los médicos
venezolanos. Ilusos e invidentes funcionales no hemos comprendido la saña de
nuestros invasores, de nuestros enemigos.
He tenido una posición clara y crítica con este régimen involutivo, ahora
dictatorial; sería una incongruencia con mis principios transformarme ahora
en un colaboracionista, en un tonto útil, que seré borrado como mis
compañeros en cuanto ya no les sirva más a sus propósitos.
Con todo respeto y consideración, elevo ante las autoridades de mi
Universidad, de mi Facultad, de mi Escuela y a los integrantes de mi Cátedra
y Servicio, a mis queridos compañeros de tantos años, mi enconada protesta
por la conducta de aquellos que han dado muestras de flaqueza y timidez, que
quiere ser también un llamado a meditar las consecuencias de este acto de
cobarde entrega.
Debo irme. Me separaré temporalmente de mi cargo universitario, he pedido un
permiso no remunerado mientras arreglo asuntos concernientes a mi Unidad, a
mis pacientes y a mis alumnos a los cuales no abandonaré. Hoy introduje los
documentos para mi jubilación ante el Decano de la Facultad de Medicina.
Hasta ahora nadie ha querido como herencia una Unidad donde sólo hay
obligación, trabajo y responsabilidad sin mediar ningún estipendio, por
tanto, aunque jubilado, seguiré trabajando desligado del Hospital aunque no
de mi Universidad. Permítaseme esta, mi forma de protesta.
Con toda honestidad sé que con esta, mi decisión irrevocable, perderé mi
querencia de medio siglo, mis compañeros de tantos años, mis pacientes, mis alumnos, sustancia con la que está hecha mi vida. Pero ha llegado el momento de decir basta a la imposición velada de quienes parecen no darse cuenta que están siendo también llevados a destruir nuestro hospital, nuestra escuela, nuestra facultad y nuestra universidad haciéndola más venal y tolerante con
sus enemigos.
Con Umberto Eco debo decir, ¨Este es el motivo por el que a veces hay que decir que no aunque, con pesimismo, se sepa que no servirá para nada¨. Y con
José Martí, con la frente en alto y la voz clara, debo también decir que, ¨Prefiero morir de pie, que vivir de rodillas.¨
Caracas, jueves 17 de febrero de 2011
Dr. Rafael Muci-Mendoza
Profesor Titular de Clínica Médica
Escuela de Medicina José María Vargas
Facultad de Medicina
Universidad Central de Venezuela
Cédula de identidad # 1.345.517
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