
Una nueva publicación pone sobre el tapete otra vez el debate, ya comentado, sobre la fecha de inicio de las mamografías, si antes de los 40 o después de los 50, si el intervalo ha de ser de un año o de dos años, por un lado se encuentran los responsables de pagar las facturas y por el otro lado se encuentran las casas que venden los equipos y las compañías prestadoras de salud y en el medio las pacientes y los profesionales, éstos últimos con la responsabilidad de asesorar adecuadamente en un ambiente de informaciones confusas, donde se mezclan, intereses varios.
En el centro de la mira se encuentra un estudio publicado por el Dr. Eduard Hendrick, en la edición de febrero del American Journal of Radiology, que analizó los mismos datos que llevaron al USPSTF, a hacer las recomendaciones de menos mamografías y, haciendo un análisis diferente llegó a la conclusión de que iniciar las mamografías a los 40 años y luego a intervalos anuales hasta los 84, salva vidas.
En el análisis diferente de los datos, se halló que se podrían salvar 12 vidas por cada 1000 mujeres cribadas desde los 40 años, mientras que con las recomendaciones de iniciarlas a los 50 años se salvarían 7 vidas por 1000 pruebas realizadas, por lo que se salvarían 5 vidas más haciéndolas cada año desde los 40.
Por su parte el USPSTF, establece que este cribado aumenta mucho la morbilidad por un gran número de intervenciones innecesarias, y que genera mucha morbilidad en pacientes sanas.
Aduce el autor que cuando se trata de vidas salvadas estas molestias son toleradas, y que con las mejorías de técnicas estos falsos negativos, de las pruebas han disminuido.
El autor además establece fuertes nexos económicos con una compañía proveedora de equipos de diagnóstico.
Estos hallazgos ponen en evidencia lo que muchos médicos con experiencia preconizan ante nuevos hallazgos, no hay que ser ni el primero ni último en tomar medidas que parecen innovadoras, casi todos los que nos dedicamos a esto hemos visto algún caso (por su escasa frecuencia anecdóticos) de cáncer que aparece en el intervalo de cribaje, lo que con frecuencia nos hace pensar en si las sugerencias son correctas. En estos casos lo que suele alertar el diagnóstico, es la misma paciente que se nota un cambio en su mama, lo que activa los procedimientos diagnósticos, perdiéndose entonces la utilidad de la mamografía en el diagnostico subclínico de éstas lesiones.
Hay que recordar que estas herramientas de cribado son herramientas diagnósticas (Nivel III de prevención) y no son «vacunas contra el cáncer», lo que quiere decir que son herramientas de diagnóstico precoz, y que lamentablemente la enfermedad tiene que estar allí para ser detectada, estos cánceres toman lustros en desarrollarse. Además hay que conocer que la mamografía tiene fallos en detectar y en descartar patología maligna de la mama, por lo que tiene limitaciones, sobre todo en mamas densas, por lo que no es la herramienta diagnóstica ideal, pero es la única con la que contamos.
En conclusión tal vez volver a las mamografías anuales no sea del todo descabellado, sin embargo las pacientes deben saber que se exponen a la posibilidad de una serie de pruebas adicionales, cuando la mamografía no es concluyente, que generalmente los resultados de éstas pruebas adicionales serán negativos y que se diagnosticará alguna patología cuya historia natural no es bien conocida, lo que puede llevar a sobretratamiento de algunas lesiones.
La lógica dice que en sistemas sanitarios como el español donde los costos corren por cuenta de administraciones públicas o privadas, la mayoría de las pacientes elegirán el cribado anual, tal vez en otros sitios donde los costos de estas pruebas dependan del propio bolsillo de la afectada, el enfoque de riesgo beneficio sea diferente.
Fuente: Medscape Medical News > Oncology
Annual Mammograms Beginning at Age 40 Save More Lives
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