Renunciar al control, es liberalizante, una vez que te das cuenta, que en realidad es muy poco lo que es factible de controlar, muchas situaciones, son generadas por sucesos tan complejos, que dependen del azar, o del caos si te quieres poner cuántico, la posibilidad de que un acto nuestro pueda causar un efecto mensurable real en el panorama total es ínfima, a pesar del esfuerzo implicado.
Si bien mucho de lo que nos rodea, depende de decisiones que hemos tomado, y con frecuencia mientras nos trazamos una meta somos felices, en el camino en tránsito. Con frecuencia la supuesta solución, se diluye interior y exteriormente y si no estamos atentos nos quedamos con los mismos miedos y temores iniciales, esta vez mas desnudos al quitarles el barniz de distractores que les cubría en forma de metas.
Paradójicamente la satisfacción del objetivo logrado, es efímera y como sucede con los objetivos materiales, debemos plantearnos nuevos retos para seguir en esta ilusión, que nos vamos forjando.
Si somos reflexivos terminamos dándonos cuenta de que en realidad el camino es interior, pero esto no lo sabremos hasta haber agotado la búsqueda exterior y tal vez esa sea la razón de nuestra efímera existencia.
Renuncia
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