
Una consideración adicional en relación al Efecto Lucifer.
Así como las fuerzas situacionales, tienen la capacidad de llegar a controlar nuestra conducta y llevarnos de una manera psicológicamente racionalizada, nunca justificada, a hacer cosas que en otros contextos no nos hubiésemos planteado por romper con nuestra ética.
Estas mismas fuerzas pueden a su vez hacer que personas normales, hagan cosas excepcionales y se conviertan en héroes.
La evaluación psicológica de la mayoría de personas que cometen actos de heroicidad, establece que de una manera general son personas normales, como los mismos héroes suelen afirmar.
La buena noticia es, algo que reafirman casi todos los sistemas religiosos, que todos podemos actuar con nobleza y virtud, y que en este balance entre fuerzas disposicionales (Internas) y situacionales (Ambientales), está la respuesta al desarrollo de sociedades mejores.
Establece Zimbardo en su libro, «El efecto Lucífer» de lectura obligada a quien quiera adentrarse en los motivos del comportamiento humano, que no basta con quejarse, que es necesario tomar acción, una forma de hacerlo es enalteciendo los actos heroicos por que establecen lazos con la conexión humana.
Y cita a Aleksandr Solzhenitsyn, «la línea que divide el bien del mal atraviesa el corazón de cada ser humano. Y ¿Quién quiere destruir una parte de su propio corazon?.
La respuesta está dentro de nosotros mismos. Entender que existen fuerzas que moderan nuestra conducta es una forma de estar alerta ante ellas y poder decidir y actuar, pues la queja sin acción no tiene ninguna utilidad, termina o incluyéndonos dentro de un sistema que no aceptamos o ahogándonos en la frustración, fuente de psicopatología.
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