Aunque supone cierto dejo de censura, contra lo cual se oponen todos mis principios el artículo me parece oportuno por que expresa un intento de mantener costumbres y hábitos por que no se pierda lo propio en aras de lo externo, sin embargo vivimos en un mundo cada vez mas global, donde las culturas cada vez están más en contacto, donde viajar es más barato, donde es fácil conocer a personas distantes y mantener contacto y descubrir que no somos tan diferentes.
La frase contundente de MIguel de Unamuno;
«El Racismo se cura viajando y el fascismo se cura leyendo»
Explica mucho de la realidad actual donde hay una crisis del poder estatuido, aunque no no los parezca, es la tesis que desarrolla Moisés Naím en su nuevo libro el fin del poder.
Y aunque el mensaje pareciera pesimista, descubre la aparición de ése nuevo ser humano que de momento se encuentra excluido, crítico, respetuoso del ambiente, buscador de la justicia social como forma de enfrentar la diversidad, social, cultural e ideológica y que desconfía de la clase política que es la misma de siempre y es la misma que domina las grandes corporaciones que se mueven detrás de las decisiones de poder.
Ése nuevo hombre es el que augura tiempos mejores. Y es el que nos hace creer que existe la posibilidad de una civilización mejor basada en paradigmas reales, no falsos de consumo y donde el bienestar sea moneda de cambio, donde se use la colaboración y no la competencia y donde se respete al planeta, que ya no resiste nuestro afán destructivo.
Hacia allá vamos. y a cada quien ¿que le corresponde hacer ?, simplemente volver a escuchar el corazón como cuando éramos niños, corazón silenciado por un proceso educativo arcaico fundado por el despotismo ilustrado para crear empleados obedientes y dóciles. Despertarlo, colaborar con el vecino que va en silla de ruedas y abrirle la puerta, saludar a la señora que limpia la escalera y sostenerle la puerta mientras entra con el cubo de limpiar, esperar en la puerta del edificio a que entre la vecina cargada de bolsas del super y pisarle el botón del ascensor. Evitar que quien cometa un acto injusto se quede impune, eso si sin poner en peligro nuestra integridad, hacer las cosas bien, por muy cansados que estemos, y por muy hartos, seguir remando aunque seamos el único remero.
Elegir bien al capitán y si se equivoca, argumentar, sin violencia con bondad. De esta manera crear microsistemas eficientes y autosuficientes, participar en política, llenar espacios que ahora ocupa la mediocridad, estar pendiente de fuerzas sintéticas y situacionales que pueden obligarnos a olvidar hacia dónde remar y enfrentarlas, siempre oyendo nuestra brújula interna, los mediocres son más pero seguro son menos persistentes.
Son tiempos de cambios. Me encantan los tiempos de cambio pues implican la posibilidad de mejorar y los sistemas tienden a mejorar, si una situación no está del todo bien es que se encuentra en un proceso evolutivo, hasta que mejore.
Lo que es seguro es que no mejorará disfrutando del paro con una cervecita y un café y quejándonos de la situación.
Mejorará con esfuerzo, actuando generando ideas soluciones y llevándolas a cabo, con las herramientas que contemos, hay muchos ejemplos buscad en internet. Y manos a la obra sin miedos. Nuestros miedos son internos, y son los que nos limitan, las dificultades están allí para hacernos más fuertes y para obligarnos a vencer ésos miedos.
Por último ¿cual es el camino?. El beneficio de todos es el camino. El trabajo en conjunto de la sociedad por el bien común es lo que lleva el desarrollo individual y a forjar un mundo mejor- Manos a la obra que las oportunidades llegarán pero tenemos que crearlas y ningún inicio es fácil.
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