
El sistema capitalista se basa en que si las empresas tienen beneficios, toda la sociedad lo hace, y establece que si los principios de economía de mercado, esto es oferta y demanda, se dejan funcionar libremente, entonces las sociedades por si mismas encontrarán un equilibrio que se traduce en bienestar para todos los ciudadanos.
De una manera muy superficial ésta es la teoría, pero de manera paradójica al igual que ocurrió con su antípoda el sistema comunista, esta bella idea choca con una variable que no toman con frecuencia en cuenta los ideólogos, que es la naturaleza humana.
Para tratar de controlar esta variable surge el sistema socialista, donde el mercado se deja fluctuar a sus leyes, pero existe un estado modulador, que evita que la avaricia excesiva de algunos y el dominio de unos estratos sociales sobre otros, haga que se enriquezcan pocos a costa del trabajo de muchos, que terminan siendo más miserables.
Es una lección que aprendió el primer mundo de las guerras, luego de que los nacionalismos y la agitación política que suelen aparecer cuando son excluidos grandes grupos de la población del reparto del pastel de dividendos, generasen mezclas peligrosas, que atentaron contra la seguridad del sistema y la evolución histórica de éstos cambios es lo que dio origen del llamado «estado de bienestar».
Donde el estado pasa a ser garante del bienestar de los ciudadanos, mediante mecanismos que permiten una distribución equitativa de los recursos.
En 1969, Laurence Peter , un pedagogo de origen canadiense, estableció que las personas generalmente son promovidas a posiciones superiores de gerencia hasta llegar a su nivel de incompetencia, en un principio que lleva su nombre, largamente comprobado y verificado.
Normalmente la sociedad debería contar con mecanismos, como el de libre mercado, que regulen que las personas de mayor nivel jerárquico de decisión sean las mas competentes. En un estado socialista al ser todos iguales, o al permitir otras vías de ascenso diferentes al de la competencia personal, suele suceder que los que toman decisiones, se rodeen de adulantes que les producen una realidad ficticia, donde ellos son infalibles.
En éste punto es fácil caer en la tentación de creerse infalible. Nada más grave en un gerente, para las personas que son afectadas por sus decisiones. Este «Síndrome» que ya describe Katrin Shultz en TED (R) publicado en otra entrada de éste blog. Consta de 3 niveles de racionalización para establecer que son éllos los que tienen la razón y no los críticos, cuando se les acercan a explicarles que pueden estar equivocados,
el primero: «Son ignorantes»: O sea que los que no están de acuerdo con el individuo «infalible» lo hacen pues no tienen acceso a la información
Una vez que el individuo se da cuenta de que los que le critican, tienen acceso a la misma información,
aparece el segundo nivel: » Son estúpidos», o sea que los que no están de acuerdo con el infalible luego de tener toda la información lo hacen pues no tienen capacidad para analizarla.
Si el individuo es lo suficiente listo para darse cuenta de que entre los que le critican hay gente realmente inteligente,
aparece el tercer nivel: «Son malvados». O sea que si tienen acceso a la información, y son listos como para interpretarla y aún no están de acuerdo, es que dejan de estarlo por envidia o con intención de causar un daño a la persona «infalible».
Es éste el nivel de racionalización que lleva a dictadores como Stalin y Hugo Chavez a decir «Los que no están conmigo, están contra mi» y es lo que lleva a muchos aduladores a tomar decisiones erróneas, en un marco de adulación permisiva.
Como por ejemplo hacer recortes en un sistema sanitario que como modelo ya funciona con la intención de economizar costos. Ya que el sistema de consorcios sanitarios como funciona en Catalunya, busca beneficios, y estaba instalado bajo la óptica de generar ganancias económicas (implica menor costo posible), ofertando una atención de calidad. No es casual que los salarios al personal sanitario en España ya sean los más bajos de Europa.
Es por ello que no es casual que los recortes implementados apenas sirvan para ahorrar un 1 % del 10 % exigido, generando gran malestar en el personal donde los recortes significan mucho más en su presupuesto y generando con un manejo poco agraciado de la situación, en los trabajadores la idea de que deben estar agradecidos de conservar su trabajo. El paso siguiente será exigirles un tipo de pago por conservarlo, (ah no si ya lo hicieron, les redujeron el 5 % de su sueldo).
La aseveración de que los recortes no afectarán la atención primaria, ni la atención de urgencias, ni las atenciones prioritarias, carece de fundamento, habida cuenta de que los recortes afectan a los profesionales y a los recursos asignados precisamente a éstas áreas.
El denominado tercer sistema sanitario del mundo, como se ha catalogado al Catalán, se encuentra así en peligro, al aplicar unos recortes que si bien es cierto que parecen necesarios, si nos ubicamos en el peso que tiene el déficit Catalán dentro del déficit de toda España (Donde aún no se han tomado medidas de recortes de gastos y donde parecen estar más preocupados por finales del fútbol), no parece que haga mucha fuerza su corrección ante comunidades que tienen 3 o hasta 10 veces el déficit catalán.
En este marco no se puede explicar de manera lógica las «retallades» en los servicios, a menos que estén tomando decisiones personas afectas del principio de Peter o que se tengan el «síndrome de la infabilidad». O que los críticos seamos «ignorantes, estúpidos o malvados.»
Los recortes en servicios prioritarios para el desarrollo como la salud y la educación, pueden salir mucho más costosos a largo plazo.
Pienso que los responsables políticos deberían aprovechar la coyuntura, para generar soluciones a mediano y largo plazo que pasen por modificaciones profundas en un sistema que como está diseñado ya no es sostenible, y que no depende su persistencia de que se rebajen los sueldos a un personal que comparativamente gana los sueldos más bajos de Europa, o que se mermen recursos que, debido al diseño del sistema ya funcionan en lineas generales bajo premisas de ahorro en costos.
Para finalizar una reflexión, cada vez más, tengo la certeza de que el sistema capitalista como lo conocemos está llegando a su ocaso, ha causado grandes desigualdades, ha expoliado las reservas naturales del planeta y ha generado miseria, problemas que en un principio se justificaban por la necesidad de mantener un «estado de bienestar», estado que en el sistema actual ya no es sostenible, ni siquiera en el primer mundo.
Se impone entonces un cambio de paradigma del cual hablaremos en próximas entregas.
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