Yamato-Damashii.

Foto tomada de "Córdoba Heroica" Hacer click en la imagen para ir al sitio original

En relación a la tragedia de Japón mucho  se ha escrito y se escribirá.

Hace poco recibí un correo  bastante  motivador,  donde un  occidental que ha vivido la tragedia, junto con los japoneses, hace  una reseña de múltiples actos valientes y  de  compasión,  en el día a día que significa  vivir una tragedia de esta magnitud  y establecía  como se  evidencia algo que ellos llaman el «espíritu japonés»,  donde el bien común se antepone al beneficio propio.

Hace unas décadas cuando  presenté mi tesis de postgrado,  en la introducción  escribí algo así como:

» El beneficio de todos  es el camino… sólo  trabajando por el beneficio en conjunto de la sociedad  se puede alcanzar el beneficio  individual…»

Eran épocas  ingenuas en las que creía que  con buena intención y preparación  técnica y científica, se podría llegar a  forjar una sociedad mejor.

Muchas aguas han corrido desde entonces, fue una especie de sueño en el que ingenuamente  era feliz,  y  donde  tal vez algo de soberbia,  nos llevaba a pensar que bastaba mantenerse en el camino de la virtud y el esfuerzo para   lograr el éxito.

No se trata de un mensaje  pesimista, así que les invito a que sigan leyendo.

Si bien lo anterior considero que  es cierto a nivel del mesocosmos,  o sea  el ambiente inmediato que nos rodea, a nivel del macrocosmos, a niveles superiores de integración,  el bienestar depende de muchos factores. La historia nos enseña que las civilizaciones tienen ciclos,   uno de  construcción, en esta etapa los recursos escasean  y por lo tanto,  se imponen  las virtudes sobre los vicios,  esto lleva  a una mayor producción  y a riqueza  basada en el trabajo y en la producción de bienes y servicios,  aparece la  bonanza económica, y a  continuación la riqueza sin esfuerzo  hace que las virtudes ya no sean necesarias,  apareciendo los vicios.

Puede decirse que en la medida que los virtuosos  superan a los viciosos, las sociedades prosperan,   poco a poco  la riqueza fácil se encarga de que los vicios se vayan imponiendo, el dinero que es un medio, se  convierte en un fin en sí mismo, entonces los escrúpulos comienzan a estorbar,  aparece la especulación  como  mecanismo de generar dinero sin generar  bienes ni servicios,  y la sociedad  comienza a regirse por  lo legal y no por lo moral,  la ley sustituye a la virtud, y la libertad, se convierte en libertinaje,   los vicios se van imponiendo sobre las virtudes.

Los  que no se aprovechan son tontos y los que se  aprovechan comienzan a tener   éxito (medido sólo  en  relación  a los ingresos) , ya lo que importa es tener  dinero, no importa su origen, se comienza a ver como normal  que los políticos  especulen, las ONG engañen, el peculado es una forma de  ser  listo y lo que importa no  es cometer una pillería si no que no te cojan haciéndolo. El éxito individual es más importante que el bienestar de la sociedad.

Es en éste punto cuando las civilizaciones comienzan su descenso hacia  su desaparición, ya que se hacen más débiles,  estoy hablando del Imperio Romano, sin embargo  puede ser  aplicado a cualquier  civilización  conocida con matices. Incluyendo la nuestra.

El desastre de Japón  nos muestra muchos defectos pero  también muchas virtudes de  éste pueblo donde  a pesar de lo que muchos críticos afirman,  es de admirar su manejo de la crisis, independientemente  del resultado final,  apuesto por que saldrán fortalecidos como  nación,  y el  tal vez sea el renacer de una  nueva civilización, basada en la virtud.

O tal vez sea  un deseo romántico, como muchos otros, que me he resistido a dejar de formular.


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