Soberbia, que corroes, siepre presente, generando caos e infelicidad. Parece vano todo esfuerzo en erradicarte de los demás y parece sencillo erradicarla de uno mismo.
Cuando una sociedad la elige, se disemina como una enfermedad infecto contagiosa, por contacto directo, cegando y creando sociedades donde todos nos damos la espalda.
No importa nada, sólo nuestra comodidad, que sólo se ve afectada por la codicia, la gula o la lujuria.
En fin, se escoge el lado oscuro y los que tratan de enfrentar ése orden de cosas son tratados con violencia, de ésta forma el lado oscuro gana adeptos, con alianzas entre las personas, que van más allá de lo correcto y virtuoso.
Pasando las virtudes a un segundo plano, entonces te das cuenta de que en un determinado momento no tratas de hacer algo justo, si no que te enfrentas a un orden tergiversado, que ha asumido una sociedad como propio.
Luego, se van cerrando espacios y te sientes como una pieza de un rompecabezas (puzzle) que no encaja en ese paquete.
La inflexible lógica te dice que tienes dos opciones, o amputas una parte de tu personalidad para hacerla encajar, (la parte virtuosa tal vez), lo que puede ser el inicio de un camino autodestructivo, o cueste lo que cueste sales a buscar un paquete donde encajar.
La decisión no es fácil y sea la que sea tiene un precio, entonces se resume a una transacción comercial ¿Cuánto estás dispuesto a pagar?, cuidado que el camino más fácil suele ser el peor.
Es entonces cuando se plantea el conflicto entre lo que es «mejor» y lo que es «peor», conflicto que requiere de una filosofía personal para ser aclarados, y lograr la ansiada paz.
Los que deciden buscar su propio paquete, deben tener presente que rompen contacto con su paquete inicial, y que algunas piezas del puzle que dejan les guardarán rencor. (Recordemos que pertenecen al lado oscuro), rencor que se cobrará cuando se pueda, un precio que ha de entrar en la cuenta de lo que se está dispuesto a pagar.
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