Vidas, personas, proyectos que se disgregan, desaparecen, y en su lugar toman presencia fantasmas de nuestros miedos, que se expresan en la realidad y toman las riendas de nuestro futuro.
¿Qué hacer?, pregunta inevitable sin respuesta externa, mirar hacia el interior y encontrar las respuestas, y lo mas importante, tener el valor de tomar acción , para enfrentarlos antes de que nos alcancen.
Llega un momento en que la negación deja ser útil y despertamos de un sueño, chocando contra una realidad que no queríamos ver. Acostumbrados a negar, persistimos en ello, agravándose la situación hasta que nos destruye o decidimos en peores condiciones.
Obligación de reconstrucción, de lucha de valores y de imposición de virtudes de manera cruenta. Tarea titánica y que igualmente deja mártires en la lucha.
Luego viene un despertar, donde los miedos se van y con esfuerzo logramos forjar un mundo mejor. Donde aprendemos valorar unas cosas y a desestimar otras, a darle importancia a lo importante y deslastrarnos, de materialismo, esclavizador y generador de desesperanza.
Camino individual, para mejorar el colectivo. Lucha eterna entre el bien y el mal, que debe ser librada en nuestro interior antes que en el exterior. Lucha que no podemos rehuir, puesto que la situación se agravará a medida que la neguemos y al final inexorablemente el destino nos alcanzará.
Esa es la razón por la cual, no debemos temer, puesto que siempre terminaremos enfrentados a nuestros temores, más tarde o más temprano, y mucho mejor, temprano que tarde. Miremos nuestro interior y sabremos qué hacer, a menos que sea demasiado tarde y hayamos muerto, entonces ya no importará nada.
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