Nuevamente la musa retorna, esta vez por una musa que se fué. Nuestra querida profesora Pajuelo, lo primero que nos viene a la mente para calificarla es, Guapa, en el buen sentido, por fuera y por dentro. Luego, emprendedora, cualidad que heredó Teresa mi esposa, sin esa cualidad tal vez muchas de las metas que nos hemos planteado como pareja (ambiciosas) no hubieran cuajado. En la profesora se expresaba en una fuerza que lo envolvía todo y como una tormenta organizada, que con esa virtud femenina de hacer varias cosas a la vez, para muchos parecía imposible e incompresible que pudiera realizarlas todas, en su casa tenías que tener el plato agarrado, pues si te descuidabas, ya estaba lavado y limpio cuando te faltaba comerte el último bocado, el más sabroso… que era el que le gustaba al quitarte el Tío Trino esta vez en mi parte de la familia.
A una labor docente excepcional profesora que formó no sólo en lo que en nuestras mentes adolescentes, eran sórdidos caminos de la historia y geografía venezolana, si no con su ejemplo de vocación de servicio y lucha a muchas generaciones de yaracuyanos, que con frecuencia se le acercaban con aprecio. Aún el día de hoy, tus hijas se encuentran con ex alumnos que te envíaban recuerdos.
Empresas que te impedían estarse quieta y que fué aprovechada por los políticos, para ganar méritos de su labor, algunas veces reconocida otras no tanto, como cuando estuvo por el Amazonas tratando de organizar un poco la situación indígena como Diputada suplente al congreso, representando a la Acción Democrática aquella de intereses nobles, antes de que como Saturno se convirtiera en un monstruo que engullara a sus hijos. Y cuando los diputados trabajaban sin hacerse millonarios, no como ahora que se hacen millonarios sin trabajar.
Antes de caer enferma, a pesar de estar jubilada, se mantenia trabajando por la sociedad, con la casa de la mujer, sitio donde se hacía el trabajo que se pensaba que era el mejor, lamentablemente en una administración soberbia e ineficaz, de un gobierno que quería ser estadista con mentalidad limitada, tal vez un presagio de lo que vendría después en nuestra golpeada Venezuela. Pero eso no importó, en la búsqueda salidas a los necesitados, con las herramientas con que se contase.
Otros que te recordarán con cariño Olga, son los Leones, a quien dedicaste junto con el profesor Pajuelo mucha de tu actividad filantrópica. Estabas en una convención de su Club, cuando caiste herida, de una estocada de la vida, en forma de un accidente vascular cerebral, a partir de alli te retiraste de la vida pública, recogida en el cariño de tus hijas y amigos fieles, que nunca dejaron de visitarte. Todo esta tragedia cercana a la despedida de nuestro querido Profesor.
Dice la cultura popular que los que nos dejan no se van solos, te precedieron Manuel Caballero, que igualmente nos dejó un vacío a muchos, y tu admirado Carlos Andrés Pérez, de quien ahora se dicen cosas muy buenas, y es que una de las de las cosas del teniente coronel, es que nos hace recordar con cariño la época de los adecos y copeyanos, donde eramos ricos y felices sin saberlo. Tal vez vinieron a buscarte, para que no tuvieras que seguir oyendo a ese personaje gritòn y omnipresente, llevándote a un lugar mas tranquilo donde te encontrarás con los tuyos, entre ellos el Profesor, que en su paz, y devoción por ti, te estará esperando, de seguro en un sitio mejor. Que es adonde pensamos se van las personas buenas.
Descansa en Paz suegra, Profesora, amiga, ejemplo, te vas físicamente pero quedas viva, alegre y con tu risa, desde tu hamaca en el salón de tu casa, celebrando la vida y sañalandonos el camino para ser felices, que no es otro si no dar, dar hasta que duela y cuando eso ocurra, seguir dando, como decía Teresa de Calcuta.
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