¿Pueden los hábitos de la futura madre afectar el desarrollo físico, psíquico y social del futuro bebé?.
La respuesta es que sí que es posible, inclusive los cambios inducidos en la expresión de determinados genes, por exposición a estrés, substancias, hábitos alimentarios inadecuados, pueden llegar hasta a los nietos.
Se trata de cambios epigenéticos. Digamos que tenemos muchos más genes que los que hacemos servir normalmente y la expresión de determinados genes sobre otros, en parte está influenciada por el ambiente. Es decir que el genoma se prepara para el ambiente donde le tocará desarrollarse, de acuerdo a la información ambiental que recibe.
Es mucho más complejo que esta simplificación excesiva, la ciencia demuestra que ésta adaptación ocurre y es así como los hijos de madres que ganan peso excesivo durante el embarazo, tienden a sufrir más problemas de sobrepeso, hipertensión, arterial y sindromes metabólicos. Otro ejemplo, una de las teorías que tratan de explicar el sindrome de ovarios poliquísticos , establece la posibilidad de una programación epigenética para vivir un periodo de estrés o de escasez. En ese marco se presenta anovulación y androgenización, lo que bloquea la fertilidad y evita el embarazo en una etapa de crisis. Y así cada vez más se desarrollan teorías, que tratan de explicar ésta relación que de manera observacional hacían los obstetras, entre patologías del embarazo y problemas de la descendencia.
Lo anterior refuerza el concepto del control prenatal, adecuado, oportuno y continuo, con recomendaciones de sentido común ahora reforzadas por la epigenética, nunca mejor dicho, «somos lo que comemos», lo que quiere decir, que siempre nos hemos de alimentar bien, evitar el tabaco y el alcohol, hacer algún tipo de actividad física que disfrutemos, llevar un estilo de vida proactivo, mantener un peso adecuado.
Estos cuidados son aún más importantes durante el embarazo, ya que los cambios que induzcamos en la epigénetica de nuestros hijos, se pueden transmitir hasta nuestros nietos.