
La discusión sobre el momento de iniciar el screening anual del cáncer de mama, marcó un hito cuando los estudios poblacionales, evidenciaron que las mujeres que se hacían mamografías anuales a partir de los 40 años, no tenían mayor espectativa de vida, que las que iniciaban el cribado a los 50 años, al contrario la gran cantidad de falsos positivos de la prueba, aumentaba las intevenciones en un grupo de pacientes de bajo riesgo, causando morbilidad injustificada.
De allí que algunos expertos sugiriesen que se iniciase el cribado a los 50 años, conducta tomada por varias administraciones, dada la solidez de la evidencia.
Pues bien, ahora se añade un nuevo factor al debate, una reseña reciente de Frank Lowri, publicada con fecha 2 de diciembre de este año en Medscape, de la Asamblea anual de la Asociación de Radiológos Norteamericana, establece la posibilidad de que la realización de mamografías anuales en el grupo de edad de entre 40 y 50 años, tendría un efecto beneficioso, en reducir la radicalidad de la cirugía, al momento del diagnóstico.
Se estable en un trabajo del Dr. Nicholas Perry, director del Instituto de Cáncer de mama en Londres, que las mujeres que se realizan mamografía anual entre los 40 y los 50 años podrían tener un riesgo menor de que se les realice una mastectomía, para el tratamiento de esta patología, que las que se realizan el cribado a partir de los 50 años.
Como suena lógico, una detección más precoz de la patología, permite un tratamiento menos agresivo, sin embargo el beneficio debe sopesarse en relación al daño causado por los falsos positivos de la prueba.
Generalmente si se mira a nivel individual, la mayoría de las mujeres correrían el riesgo de una, evaluación que podría ser invasiva, con el fin de lograr un mejor tratamiento; si se mira desde el punto de vista poblacional, es necesario demostrar que una prueba de cribado es beneficiosa para justificar su uso.
El balance entre éstas dos visiones del cribado, establece la conducta a seguir y generalmente diferencia el enfoque de la medicina desde el punto de vista público (Centrado en lo mejor para la población) y el punto de vista privado (Centrado en lo que se piensa mejor para el paciente en particular).
Trabajar ese equilibrio en forma óptima, requiere del uso de la mejor evidencia científica, de la individualización de los casos y de la participación del paciente en la toma de decisiones, debidamente informado, se trate del ejercicio de una medicina pública o de una medicina privada.
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