
Las noticias que me llegan en relación a las inundaciones que se suceden en Venezuela, son preocupantes, no basta con la tragedia que viven miles de personas al perder sus hogares, y a sus familiares.
Además tienen que lidiar con la incompetencia de un gobierno soberbio, y ciego, que como si fuese un elefante en una cristalería, termina destrozando aún más lo encuentra a su paso.
Lamento escribir esto, pero es que es indignante, el grado de incompetencia que puede soportar un pueblo, no tiene el más mínimo sentido de la lógica, lo que está sucediendo hoy en Venezuela.
Aveces me pregunto, con angustia, si no se pudo hacer algo para evitar esto, lamentablemente las luchas vividas y los golpes recibidos, me enseñaron un principio básico de ética, el principio de autonomía, que establece «que no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado».
En fin ¿que tan soberbio puede ser un pueblo para seguir en un error, a pesar de darse cuenta que lo ha cometido?.
¿Hasta dónde llega la soberbia?, ¿hasta morir por ella? ¿es que tiene razón Herrera Luque cuando afirma que la mala genética de los conquistadores, es la responsable de un comportamiento sociopático generalizado en nuestra sociedad?.
Creo que sea cual sea la causa, no podemos hacer como los adolescentes que culpan a sus padres, llega el momento de hacerte adulto y con las herramientas que tengas, abrirte paso por la vida, sobre todo dejando de lamentarte.
Lamentarse sirve para hacer el diagnóstico, luego viene la acción, y los correctivos, que todos, lo queramos aceptar o no, sabemos dónde están, la siguiente fase es la de la acción, ello requiere de una masa crítica de personas suficiente. ¿Cuánto tarda en desarrollarse?. ¿Quien lo sabe?. Preguntas cruciales antes de comenzar a actuar.
La respuesta gubernamental en esta crisis, no es diferente al sistema aplicado en otras crisis, la magnitud de ésta pone en evidencia su incapacidad (Tanto del gobierno como del mal llamado «pueblo» por mantenerlo allí, sea cual sea la justificación que se quiera emplear).
En fin no hay derecho, lo peor es que cuando parece que el nivel de incompetencia no puede ser rebasado, aparecen situaciones como ésta, que te hacen pensar: ¿y hasta dónde aguanta un pueblo?…
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